Hola de nuevo, familias, ¿Cómo estáis?
Esperamos que sigáis todos genial. ¿Cómo están siendo estos días en los que se nos permite al menos durante un ratito, que nos de la luz del sol y el aire?Hoy venimos por aquí para hablaros de un tema que consideramos muy importante ( y más aún en la situación en la que nos encontramos). Se trata del acompañamiento emocional.
Pero...¿Qué es el acompañamiento emocional?
Solemos creer que la crianza es algo que acaba en la primera infancia, pero sin embargo, esto no es así, ya que con nuestros actos estamos creando repercusión en lo que pasará a largo plazo y si hay algo que nuestros hijos deben de tener claro es que nuestro amor es y será incondicional.
Kohn, hablaba de dos tipos de amor: el condicional y el
incondicional.
El amor condicional ama a los hijos/as por lo que hacen,es decir, intenta modificar comportamientos a través de premios y castigos. <<si te portas mal, no te querré>>, <<si haces caca en el orinal, me pondré contento>>.
Ésto a largo plazo tiene consecuencias como la ansiedad, miedo al fracaso o incluso a mostrar sus emociones.
No hay nada mas importante para un niño/a que sentirse querido y aceptado, es una necesidad básica y a su vez, la base de su autoestima y de esta forma, estaríamos poniendo condiciones a su amor.
En el lado contrario estaría el amor incondicional, que es cuando se ama al hijo/a por quien es, sin importar como actúa, como se comporta o si tiene éxito, creando así un vínculo afectivo seguro y demostrando que nuestro amor no tiene condiciones.
El amor condicional ama a los hijos/as por lo que hacen,es decir, intenta modificar comportamientos a través de premios y castigos. <<si te portas mal, no te querré>>, <<si haces caca en el orinal, me pondré contento>>.
Ésto a largo plazo tiene consecuencias como la ansiedad, miedo al fracaso o incluso a mostrar sus emociones.
No hay nada mas importante para un niño/a que sentirse querido y aceptado, es una necesidad básica y a su vez, la base de su autoestima y de esta forma, estaríamos poniendo condiciones a su amor.
En el lado contrario estaría el amor incondicional, que es cuando se ama al hijo/a por quien es, sin importar como actúa, como se comporta o si tiene éxito, creando así un vínculo afectivo seguro y demostrando que nuestro amor no tiene condiciones.
El querer a alguien por lo que es y no por lo que hace, significa centrarse en el niño/a, respetarle tal y como es, respetar sus ritmos, sus tiempo, sus necesidades e intereses de cada momento, y para ello, debemos conocer el desarrollo de nuestros hijos/as, para dar respuesta a sus demandas y en definitiva, ACOMPAÑARLES.
De lo contrario, estriamos dirigiéndoles, es decir, nos estaríamos centrando en nosotros mismos como adultos, en nuestros intereses y en cómo nos gustaría que fuera o que hiciera.
Por ejemplo <<quiero que dejes el pañal>> o <<quiero que aprendas inglés>>, es ir por delante de él/ella, pensando que lo hacemos por su bien, y sin embargo, no estamos respetando su propio ritmo.
Por ejemplo <<quiero que dejes el pañal>> o <<quiero que aprendas inglés>>, es ir por delante de él/ella, pensando que lo hacemos por su bien, y sin embargo, no estamos respetando su propio ritmo.
Dirigir a un niño hacia donde queremos los adultos que vaya es muy fácil, pero acompañar es un arte.
Durante los 3 primeros años, el niño/a es pura emoción. Siente las emociones de forma intensa y las expresa de la única forma que puede dada su edad, de forma instintiva.
Todas las emociones del niño/a son válidas y no debemos reprimirlas con frases como <<los niños/as pequeños no lloran>> porque puede que dejen de exteriorizarlas, pero los sentimientos quedarán dentro provocando tensión que puede desembocar en ansiedad, tics o manifestaciones físicas como deficiencias del sistema inmunitario o comportamientos agresivos, entre otros.
Validar las emociones favorece que los niños y niñas sigan adelante, que entiendan que las emociones son pasajeras y que solo ellos son los autores de sus sentimientos.
Y entonces os preguntareis... y si mi hijo/a responde instintivamente pegando o mordiendo, ¿qué se puede hacer? ...
Es decir, aunque pueda parecer que, ante una situación de conflicto o ante un estado emocional intenso, apenas "estamos haciendo nada", realmente acompañar en estos momentos implica:
Validar las emociones favorece que los niños y niñas sigan adelante, que entiendan que las emociones son pasajeras y que solo ellos son los autores de sus sentimientos.
Y entonces os preguntareis... y si mi hijo/a responde instintivamente pegando o mordiendo, ¿qué se puede hacer? ...
Pues la respuesta es acompañar con respeto.
Es decir, aunque pueda parecer que, ante una situación de conflicto o ante un estado emocional intenso, apenas "estamos haciendo nada", realmente acompañar en estos momentos implica:
- Conocer las etapas del desarrollo, como ya hemos dicho antes, (para saber lo que es natural en cada etapa).
- Saber diferenciar la emoción (que es totalmente aceptable, sea la que sea) de la conducta ( que es la acción: hacer daño, morder, cruzar sin mirar...)
- Conocer la necesidad básica no cubierta que hay bajo la conducta, y ayudarle a reconocerla (y satisfacerla si es posible) y la emoción.
- Enseñarle que hay otras formas de expresar lo que siente y necesita, diferente a la manera en la que lo ha expresado.
- Y todo ello acompañado de nuestro lenguaje corporal, así como de un amor incondicional (te quiero y respeto con independencia de tu comportamiento).
Las formas de control como el castigo, los premios, las amenazas... pueden funcionar a corto plazo, pero ¿a qué precio?.
Como adultos, debemos acompañar, ofrecerles herramientas para relacionarse, no solo a corto plazo si no también pensando en el futuro.
Como adultos, debemos acompañar, ofrecerles herramientas para relacionarse, no solo a corto plazo si no también pensando en el futuro.
Cuando apostamos por un acompañamiento emocional respetuoso, podemos preguntarnos:
¿Y qué hago ante un conflicto?
En la imagen podemos ver de forma resumida, qué aspectos tener en cuenta ante una situación de conflicto entre dos iguales, considerando a las dos partes implicadas.
En este sentido, como adultos, con nuestro hacer (teniendo presente lo que transmitimos con el lenguaje no verbal, nuestro tono, postura, gesto...nuestras acciones), nuestro decir, nuestro pesar, nuestro sentir, estamos sentando las bases de cómo ellos podrán resolver los conflictos por si mismos, respetar y se respetados.
Por supuesto, actuar así es mas complejo y requiere de mas tiempo e implicación por nuestra parte que castigar, ignorar, premiar... pero consideramos que es necesario apostar por un verdadero acompañamiento emocional enfocándonos tanto en el presente como a largo plazo.
Los castigos, los premios.... suelen ser eficaces a corto plazo pero no a largo plazo. Que algo sea eficaz, no significa que sea lo mas adecuado.
Si utilizamos medidas correctivas, el niño o la niña dejará de hacer lo que estaba haciendo (al principio) pero los motivos que le llevarán a hacerlo estarán basados en el miedo al castigo, en las posibilidades de que le pillen, en el beneficio que puede sacar de la situación...es decir en sí mismo ( y no en si mismo y en los otros).
Esto fomenta el egoísmo en vez de la empatía (resulta paradójico por que se supone que es lo que se persigue o se desearía cuando un adulto utiliza el castigo, ¿no?)
Cuando acompañamos emocionalmente los conflictos, favorecemos que el niño/a se pregunte si lo que hace o no hace le afecta a sí mismo y a los demás, cómo se sentirá la otra persona si hace X, si es o no adecuado hacerlo.... de esta forma progresivamente se va fomentando un desarrollo moral desde una regulación interna.
Pero para favorecer este desarrollo, el adulto debe de estar presente en las situaciones y acompañarlas, conocer el desarrollo, validar las emociones, favorecer un vinculo seguro y satisfacer sus necesidades, ayudar a que descubran las necesidades no cubiertas y otras formas de expresarlas de manera respetuosa, ser ejemplo, favorecer un clima cooperativo y ajustándose al desarrollo de los niños/as acompañarles en una reflexión conjunta para que descubran y de manera progresiva, tengan en cuenta también los puntos de vista de los demás.
EL RINCÓN DE PENSAR
El rincón de pensar, tiempo fuera, aislar, ignorar.... son técnicas que todavía se utilizan cuando los niños/as hacen algo que no nos gusta o no nos parece adecuado, con el objetivo de que estando aislado el niño/a reflexione, piense, centre su atención en lo que ha hecho, se arrepienta...
Lo cierto es que estando solo/a, no va va a pasar nada de eso, ya que si tenemos en cuenta las características de los niños de esta edad (que no pueden ponerse en el punto de vista del otro, que no pueden reflexionar antes de actuar, que sus emociones intensas deben ser acompañadas, que para favorecer progresivamente la reflexión deben ser acompañados de un adulto...) el rincón no le va a servir de nada.
Además debemos tener en cuenta que justo en esos momentos los pequeños/as lo que necesitan es amor incondicional, y no que les abandonemos.
Como vemos, dejándolos solos no solucionamos nada, no les ofrecemos herramientas.
Más bien al contrario,aportamos consecuencias negativas a largo plazo.
Si usamos este tipo de estrategias cuando el niño es mas mayor, la cosa aún es peor, ya que sus pensamientos en el rincón se centrarán en la venganza, en el odio hacia el adulto que lo ha castigado, lo que genera mas "luchas de poder" o bien la sumisión.
Se favorece que aprendan a valorar sus acciones según los costes / beneficios que encuentren hacia si mismos, en vez de centrarse en el respeto hacia los demás, favorecemos sin quererlo un modelo en el que gana el mas fuerte, que lleva al egoísmo, cuando, paradójicamente, utilizamos el castigo creyendo que el niño/a centrara su atención hacia el desarrollo moral, el respeto y la reflexión.
¿Entonces qué hacemos?
Si no podemos usar castigos ni premios, ¿dejamos que hagan lo que quieran? en definitiva podemos decir que ni un extremo ni otro, lo que hay que hacer es acompañar, descubriendo las necesidades no cubiertas, viendo qué hay bajo una determinada conducta, comprendiendo, dándoles las herramientas, y en definitiva, favoreciendo una reflexión conjunta, como venimos diciendo desde el principio:ofreciéndoles un amor incondicional.
Como decía Kohn, en estos casos, debemos "dejar de hacer" cosas a los niños/as por su comportamiento, para comenzar a "trabajar con los niños" sobre lo que ha pasado".
En estos momentos, más que nunca, ACOMPAÑEMOS
Os mandamos un fuerte abrazo.
Hasta la próxima
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